Los ibones son lagos de montaña de origen glaciar, auténticos espejos de la montaña de gran valor paisajístico y natural. Aragón cuenta con el mayor número de ibones de la Península, hasta 245 mayores de 0,2 hectáreas de superficie, un recurso natural que es también un atractivo recurso turístico. Así lo han entendido desde Turismo de Aragón, organismo que este verano ha potenciado su promoción con la edición de un ‘Manual para ibonear en el Pirineo‘.
En él se ofrece información general sobre estos singulares lagos de alta montaña (la mayoría están ubicados a más de 2 000 m de altitud), junto a una selección de medio centenar de ibones agrupados en diferentes categorías para facilitar la planificación de su visita:
- Top 10 de los ibones
- Ibones para todos (accesibles en coche, transporte turístico o telesilla),
- Ibones para familias (a partir de 5-6 años)
- Ibones para familias montañeras (hasta 700 m+)
- Ibones desde un refugio de montaña
- Ibones de colores
- Ibones con historias
- Ibones chelaus (helados)
El folleto es sólo una aproximación a todo un universo de destinos a lo largo y ancho del Pirineo aragonés: 20 municipios de las comarcas del Alto Gállego (84 ibones), La Jacetania (11), el Sobrarbe (48) y La Ribagorza (102).
Ibonear en el Pirineo
En aragonés usamos la palabra ibón para referirnos a esos numerosos lagos pirenaicos de origen glaciar que pueblan nuestras montañas, un tercio de los cuales están ubicados a más de 2 500 m de altitud. Son muy escasos en la península ibérica fuera del ámbito de los Pirineos.
Los ibones son importantes reservorios de agua para los ríos de montaña, acogen a una flora y una fauna en muchos casos singulares por lo que su valor ecológico y científico es muy relevante. Nuestro cuidado y respeto deben ser máximos cuando nos acerquemos a disfrutar de estas auténticas joyas naturales que la montaña nos ofrece.
De todos esos lagos de montaña de origen glaciar con más de 0,2 has (245) , sólo 14 se encuentran por debajo de los 2.000 m de altitud por lo que nos estamos refiriendo a un recurso muy montañero. Pero su número y diversidad permiten que haya incluso unos pocos accesibles directamente en coche, mediante medios de transporte turístico o infraestructuras mecanizadas como los remontes de las estaciones invernales. También los hay adecuados para visitar en familia, en excursiones aptas para realizar con niños a partir de los 5-6 años. Entre los primeros figuran el de Baños, en el Balneario de Panticosa y el represado de Llauset (Montanuy); al de Tramacastilla se puede llegar con el tren turístico de Tramacastilla de Tena, que funciona de junio a octubre, y para acercarnos a los de Asnos (Panticosa) y Astún o Escalar (Jaca), podemos hacer uso de los remontes de las pistas de esquí.
Además de estos ibones ‘para todos’ y ‘para familias’, Turismo de Aragón nos propone un ‘Top 10‘ en el que figuran destinos excepcionalmente atractivos como los de Acherito y Estanés (Ansó), Anayet y Arriel (Sallent de Gállego), los ibones Azules (Panticosa), Batisielles y Escarpinosa (Benasque), Bernatuara (Torla), Marboré (Bielsa) y el de Plan o Basa de la Mora (Plan).
Ibones de colores y con historias
Algunos de estos ibones destacados los encontramos también en otras agrupaciones realizadas con el fin de acercar este recurso al público montañero y turista. Una de ellas es la de los ibones ‘para familias montañeras‘, que requieren un mayor esfuerzo para alcanzarlos (de 2 a 4 h 30 min. ida y vuelta, y 700 m de desnivel positivo acumulado), aunque cuentan con senderos señalizados o bien trazados para llegar hasta ellos. Son los casos del ibón de Acherito (Ansó), los de Bachimaña y Ordicuso (Panticosa), el de Armeña (Seira), el Coll de Toro o el Ibonet de Corones (Benasque), entre otros.
La red de refugios de montaña facilita mucho el acercamiento a los ibones, que en algunos casos son su fuente de aprovisionamiento y les dan nombre, como el de los ibones de Bachimaña. El nuevo refugio de Cap de Llauset se ubica en altura entre dos de estos lagos y está muy cerca del estany (ibón) de Cap de la Vall, uno de los más orientales de Aragón. En el otro extremo del Pirineo aragonés, desde el refugio de Lizara se accede al precioso ibón de Estanés a través del valle de los Sarrios. El refugio de La Renclusa y el ibón de Barrancs, el refugio de Estós y el ibón de Gías, el Ángel Orús y el ibón de Llardaneta, Biadós y los Millares, el refugio de Pineta y el ibón de Marboré, el de Respomuso y el ibón de Llena Cantal son otros ejemplos.
Desde el refugio de Góriz se accede al cercano al ibón Chelau de Monte Perdido, que forma parte de otro de los grupos establecidos, el de los ibones de alta montaña que permanecen buena parte del año congelados o ‘chelaus’, como son también los casos del de Balaitús o Chelau del Pico Moros (Sallent de Gállego) o el Chelau de Coma Arnau (Montanuy).
También hay ibones ‘de colores‘, como los ibones Azules (Panticosa), el ibón Royo, los del Alba y el Blanco de Literola (Benasque). Otros son ‘ibones con historias‘, míticas como la de la Basa de la Mora en el ibón de Plan, o reales como el de Ip (Canfranc), que llegó a alimentar la central de mayor salto de Europa, o el de Bernatuara, en Ordesa, lugar en el que desde el siglo XIV se renueva el acuerdo de uso de los pastos fronterizos.
Ahora solo nos queda visitar cualquiera de estos especiales destinos para escribir nuestro particular y, seguramente, inolvidable relato en nuestra próxima entrada te propondremos uno. Mientras tanto, en este enlace puedes descargarte el folleto editado por Turismo de Aragón: